Llegar a nuestro destino no fué una tarea difíci, pero si tediosa. El "imp" conocía el camino a la perfección, sin embargo tuvimos que recorrer infinidad de plataformas, dando largos rodeos, ya que forcé al inmundo bicho a que me llevara por caminos en los que evitásemos los lugares en los que las almas eran castigadas. Ya había visto suficiente dolor por ahora.
La Encrucijada ¿Cómo podría describirla? facilmente, era una estación de metro. Tal y como lo digo, pese a que sus proporciones eran gargantuescas, cualquier persona familiarizada con el concepto la reconocería enseguida. Claro esta, excepto por los trabajadores del lugar, un conjunto de engendros abominables.
Revise la carpeta con los datos sobre la persona que tenía que recoger. El destino de aquella persona era horripilante, intenté no pensar en ello demasiado mientras caminaba por la entrada de la estación, con el Imp sobre el hombro, a modo de loro pirata.
Al menos en aquel lugar, volví a ver gente más o menos normal. Otros guías, supuse. Miles de ellos, algunos volvían acompañados de gente que evidentemente no sabían donde estaban y se mostraban aterrorizados ante la presencia de los demonios que por allí pululaban.
Bien lorito, ganate el pan y el transporte¿Qué hago ahora? Le dije a mi repulsivo compañero. El engendro me señaló una de las ventanillas para comprar billetes y me miró con cara de compadecerme de mi estupidez. Le agarré y lo estrellé contra una pared, luego me dirigí a donde había señalado, esperé mi turno en la cola mientras el imp volvía volando con sus ridículas alas y se posaba de nuevo en mi hombro. Fué a decir algo, pero al observar mi expresión, se calló.
Al llegar mi turno casi vomito, atendiendo a la fila había un ser compuesto unicamente por un enorme ojo rodeado de docenas de tentáculos verdosos llenos de ventosas. ¿Destino? Preguntó con una voz cavernosa. Le pasé la carpeta por la ventanilla la ojeó y me la devolvió junto con un billete e ingentes cantidades de una baba transparente y repugnante.
Revisé el billete, indicaba el tren que debía coger y mi parada, perfecto.
Subí a un vagón praticamente vacio, que se puso en marcha casi al instante. Pasamos por un tunel y desapareció toda iluminación, segundos después no estaba en el vagón. Me encontraba en el arcén de una carretera en plena noche cerrada, junto a los restos de un accidente de tráfico entre un turismo y una furgoneta que portaba lo que parecían ser láminas de metal.
Cuidado jefe! Grito el imp. En ese momento, alguien chocó conmigo desde la izquierda. caí de espaldas al suelo y desde allí pude ver que tenía de frente a alguien, una mujer, la reconocí como Marta, la chica que tenía que venir a recoger. Estaba gritando de dolor, pensé que había llegado cuando aún no estaba muerta, pero pronto salí de mi error. A mi lado no estaba Marta, al menos no toda ella, tan solo estaba allí su cabeza.
Y quien había chocado conmigo y estaba encima de mi en ese momento era su cuerpo decapitado.
Joder, este trabajo es un guano.
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