lunes, enero 14, 2008

A la caza de Saddam


Esta entrada no trata sobre el difunto ex-dictador iraquí, es un relato acerca de la colisión entre el hombre y el medio en el que vive.


El lugar es Uganda, en la frontera que separa las granjas de la gente con la selva. En las zonas ecuatoriales, que llevan siendo selváticas desde hace decenas de miles de años, el suelo es demasiado pobre como sostener la agricultura intensiva. esto, sumado a técnicas de cultivo primitivas, implica que los campesinos se ven forzados a deforestar las selvas colindantes en busca de mejores parcelas cada pocos años. En su expansión por el lugar, el ser humano colisiona con un pariente con el que la relación no ha sido muy buena históricamente, el chimpance


Selvas de bolsillo


La tala de la selva y la expansión de los pueblos en ocasiones se deja un pedazo de selva impoluta, pero aislada del resto de los bosques primordiales. Dentro de estos parches verdes quedan encerradas diversas poblaciones de chimpaces. Un grupo típico de estos animales, compuesto de diez a veinte adultos y unas ocho o nueve crías, necesita aproximadamente un territorio de unos 40 kilómetros cuadrados para obtener alimento suficiente. Muchas veces estos territorios se solapan, pero aparte de algún enfrentamiento ocasional, la abundancia de espacio hace que los grupos perdedores puedan desplazarse a otro lugar con relativa facilidad.


El problema surge cuando el único sitio al que puedes ir en busca de alimento es un pueblo cercano.


Parientes cercanos


Los chimpances comparten con nosotros el 99% del genoma, son más parecidos a nosotros incluso que a los gorilas. eso se nota en su comportamiento. Son gregarios, usan herramientas muy simples y tienen los fundamentos de una cultura, ya que sus conocimientos no son solo instintivos, los comportamientos más complejos los aprenden de sus mayores, tal y como hacemos nosotros.


Que sean tan parecidos al ser humano indica que poseen muchas de nuestras virtudes, de hecho tienen una memoria a corto plazo mucho mejor que la nuestra, no obstante también son solidarios de nuestros defectos. el típico chimpance, sobretodo los machos adultos, es sumamente agresivo, llegando a cazar monos y otros animales pequeños por el puro placer de hacerlo. también son violentos con otros chimpances, incluyendo los de sus ropios grupos familiares.


Si a eso le sumamos que un chimpance macho adulto es 4 veces más fuerte que un humano mucho más grande y pesado, tenemos el escenario dispuesto para la tragedia.


Saddam


En el año 1995, las investigaciones de los primatólogos de la zona se topan con una realidad espeluznante. Varios niños han sido abducidos y devorados por los chimpancés. las investigaciones concluyen que los ataques deben ser responsabilidad de un único animal, al que llaman Saddam.


La audacia de este primate llega ya a tal extremo que se atreve a atacar a los niños incluso cuando estos se encuentran en presencia de adultos. Su comportamiento es brutal, pero no es diferente al que muestra su especie en la naturaleza. Un año después del primer ataque, Sadam es abatido por dos guardias forestales. Un examen de su cuerpo descarta la teoría de que se trata de un animal enfermo que busca alimento en los pueblos porque le es más fácil. Saddam es un macho de unos 30 años, excepcionalmente muscular y que goza de buena salud.


La razón para que se interne en los poblados es más compleja. Saddam es un macho solitario, antiguo alfa de su grupo, que se a quedado aislado en un rincón de la selva arrinconado entre los campos de los labradores. Simplemente, busca comida allí donde puede encontrarla, para el, un niño humano no es distinto de un mono.


Conflicto sin fin


Mientras no cambie la situación social de Uganda, este enfrentamiento entre primates no se acabará, como evidencia el echo de que se siguen produciendo estos ataques y represalias a día de hoy. Evidentemente, los chimpances se llevan la peor parte, pero no sin causar daño ellos mismos y dejando a más de una familia destrozada. La solución no es nada sencilla, pasa por mejorar las condiciones de vida de los labradores en las zonas limítrofes con la selva, enseñarles métodos de agricultura más eficaces y dándoles los medios para aplicarlos. sólo así se podrá evitar la pérdida de vidas humanas y la extinción de una especie tan parecida a nosotros, para su desgracia.

Imagen: Una niña ugandesa, superviviente del ataque de un chimpance

1 comentario:

Letichan dijo...

Es escalofriante... Gracias por señalar realidades así. No tenía ni idea de esta lucha encarnizada por el territorio.