Ayer me acosté a las 7:30 de la mañana. Aunque no estaba borracho, el cansancio de un día malo y mi imaginación atribulada me hicieron tener un sueño extraño. Con los pedazos que recuerdo, se me ha ocurrido un pequeño cuento y he decidido ponerlo aqui, a riesgo de que usen en contra mía mi insulto favorito (Osease-->¿túuuu...tú no serás artista, no?Que se debe decir mientras se mira de ladillo, con desprecio) Como me ha salido un poquito largo para leerlo de una sentada, lo he dividido en dos partes, aqui va la primera.
Ojos de color indefinido
Soy un hacedor de milagros, aprendí mi oficio de Ngome, el viejo de la montaña. Un día bajó a mi aldea y juntó a todos los primogénitos de mi generación. Nos escrutó con la mirada y finalmente me escogió a mi. Estudié bajo su tutela durante 15 años, mis hermanos conocieron por mis padres a temer al león y cazar la gacela, a guardárse del trueno y a respetar a los muertos vengativos.
Yo adquirí el oficio de doblegar a todas estas fuerzas al servicio de El Hombre. Pero soy un desgraciado, porque Ngome me negó su sello cuando acabé mis estudios. Me hizo una pregunta que no pude responder. Me envió al mundo y me ordeno, bajo pena de matarme si le desobedecía, que recorriera los caminos en busca de la respuesta.
Y ahora vago por la sabana. Marcho de pueblo en pueblo y pongo mi medicina al servicio de quien la necesita, pidiendo solo a cambio comida, refugio y una buena historia. No diré mi nombre pues mis abuelos no tienen culpa de que les avergüence siendo un vagabundo.
Caminaba un día, cerca de la capital de Maturaba. A mi alrededor todo eran campos de mijo y yuca. Las mujeres cultivaban cantando las canciones que habían apredido de sus madres.
En el camino me crucé con una mujer, su belleza era tal que mirarla causaba angustia. Vestía nobles paños de púrpura e hilo de oro. Su cuerpo se adornaba con alhajas doradas y en la frente llevaba una diadema enjoyada signo de realeza. Descansaba languidamente en un palanquín portado por sus esclavos. Norteños bárbaros de piel rosada y cabello del color de la paja.
-Aparta de mi camino, extranjero ¿Acaso no ves que estás frente a una reina?- Me dijo la mujer.
Me incliné levemente y respondí- Sin duda sois reina, pero yo soy un ohgam y hablo con los que ya no ven el sol, me apartaré si me mostrais el debido respeto-
-Si sois ogham como decís, sabreis que mi esposo es Mokole Membe, el padre cocodrilo. El reclama que todo doctor que cruze su dominio acuda a verle a comer de su mismo plato-
Es un nombre Mokole Membe muy conocido en mi arte, así que pregunté a la mujer si me llevaría con su marido, para asi honrar las tradiciones de esta tierra. Me contestó que si y fuí a junto a ella en dirección a su hacienda, preguntándome durante todo el camino por el extraño color que desprendían los ojos de la dama. A la vez todos y ninguno, símbolo inequívoco de una medicina poderosa.
10 comentarios:
Arggh!Ahora me quedo sin saber la otra parte!!
Intriga...ya no duermo esta noche.
Te esta quedando bien, pero me reservo la critica para el final.
Un beso,
*Chiqui*
Pse
1 a favor y otro en contra (consideramos ese pse de indeferencia como malo) Bueeeno,es lo que hay... A ver si alguien más se anima a dar su opinión.
¡es usted un artistilla!
Eso es bueno malo? xD
Si es vez de oro hubiera sido verde estaría vestida de tentaculo púrpura!!!!!!!
opinión: no está mal ;P
Cagoeen...ahora me quedo con la intriga...
Sabes?, mis ojos son de color indefinido...y cambian el color.
te pongo en mi lista de blogs para seguir leyendote :)
muua*
Vic.
Todo ojo depende y varía según la luz que refleje.
Venga ya, ¿ahora todo el mundo vamos a tener los ojos de color indefinido?
No , los míos son verdes, si bien hasta esa definición es provocada por la luz.
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