Literalmente, una fotografía no es más que una serie de puntos de colores ordenados de tal forma que nuestro ojo los percibe como una imitación de la realidad. Pero cuando entramos en el terreno de lo emocional llegan a significar mucho más.
Es igual que cuando escuchas una canción que te encantaba en el pasado y de pronto tienes recuerdos de la época en la que la oiste por primera vez, sin embargo la memoria es una dulce mentirosa y nunca recuerdas todo o de la forma correcta, sobre todo si hay emociones implicadas.
El cerebro humano funciona de una forma sorprendente, uniendo recuerdos en una sucesión tal que cuando termina el hilo de pensamientos ya no se parece en nada a la forma en la que comenzó.
Todo esto está relacionado con que ayer hice revisión de fotos en el disco duro, tenía un montón, rondaban las mil. Pero realmente la mayoría no se merece un segundo vistazo, así que empecé con el proceso de borrado. Algunas fotos cuando las ves te arrancan una sonrisa en el momento, ya que recuperas el recuerdo de lo que pasó y de la situación que llevó a hacerla, otras no te dicen nada, otras te hacen sufrir. En cualquier caso las he acabado borrando casi todas.
Sentir apego hacia una fotografía me parece poco práctico, tengo mis motivos para ello. En realidad hace tiempo procuraba sacar fotos de todo, queriendo atesorar cada situación vivida para luego poder rememorarla en mis pensamientos, recuperando esa imagen con un click del ratón. Pero en estos momentos pienso de un modo bastante distinto. No existen momentos que merezca la pena recordar a menos que seas capaz de rememorlarlos sin necesidad de verlos en una muleta gráfica y de esos momentos tengo muchos, buenos y malos, he llevado una existencia ajetreada.
En cualquier caso he guardado unas cuantas fotos, principalmente por su valor estético y por si algún conocido me las pide. Un saludo
lunes, octubre 30, 2006
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