martes, mayo 11, 2010

En el bosque. ( I parte)


Aqui me encuentro, de nuevo en los bosques de mi infancia. Un lugar hermoso, pero inmisericorde que me vió dar mis primeros pasos. Esto fué mucho antes de conocer las calles de Volta, igualmente bellas y mortíferas para el inexperto. Antes de la campaña contra las tribus del este de Alwood, antes de amarte y perderte, antes de darme cuenta de quien soy realmente.


En este día de muerte soy el último que queda de mi decuria. Además de mis compañeros, he perdido mi armadura y mi escudo, pero no me importa ya que ahora solo sirven para aminorar mi paso y tengo que ser rápido, puesto que estoy de caza.


Voy a matar a un hombre desarmado que corre a unas pocas docenas de metros delante mia. Los árboles entorpecen mi vista, pero no importa, siento hacia donde huye. Mi pueblo derrotó al tigre de dientes de sable y al oso cavernario. Yo soy heredero de lo titanes de antaño y mis sentidos están afilados, mis músculos funcionan como los engranajes del reloj de la Gran Torre, mi rabia funde el acero.

Oigo los pasos que da en su carrera frenética y con cada una de mis zancadas recorto la distancia que separa a mi presa del final de sus días.


Es curioso que hace unos días mis hermanos de armas y yo fuésemos su presa, ahora la marea ha cambiado. Mientras corro tras el recuerdo cuando era niño, en la aldea. Nos sentábamos alrededor del fuego cada noche a escuchar las antiguas historias de nuestra gente, rememoro una vieja historia contada por el Anciano, un cuento que se narra lejos del oido de los magos sacerdotes y los funcionarios Imperiales. Historias que pueden llevar a la hoguera a quien se atreve a contarlas.


Y por eso las recuerdo.


Veo al anciano vestido con pieles de animal, el rostro embadurnado de grasa y arcilla blanca y roja. Nos habla en la lengua de nuestros ancestros y lanza puñados de polvo al fuego, que estallan como si fueran fuegos artifciales e inundan el aire de olor a sulfuro y miedo.

Puedo verle y escucharle como si estuviese frente a mi, sostiene las manos contra sus sienes y alza sus índices para imitar las astas de una bestia.


El Massan.


Rememoro como el Anciano nos cuenta el pacto que algunos hombres hacen la Diosa, la madre del bosque. Le entregan en sacrificio a un hijo legítimo y luego yacen con ella. La siguiente luna llega, la Madre del bosque le da a este hombre un Massan nacido de su propia semilla. Esta bestia parece un niño normal, pero cuando llega a la edad de ser circuncidado y hacerse hombre, adquiere la capacidad de convertirse en una bestia las noches de luna llena.

En su historia, el Anciano nos previene del peligro. Ni la piedra ni el hierro hacen mella en la carne del Massan cuando cambia la piel y se convierte en bestia. Nos dice también que no debemos fiarnos de un hombre que tenga una sola ceja sobre ambos ojos, ni de uno que tenga los ojos amarillos, del color de los de los lobos. Estos son los rasgos que marcan a un Massan y permiten diferenciarlos de los hombres normales.

El Anciano de mi pueblo era un viejo borracho.
El hombre que nos ha perseguido durante 3 noches y al que ahora yo doy caza no era cejijunto, ni sus ojos mostraban un color extraño. Pero sangra, conseguí cortarle con mi gladius cuando la llegada del alba le transformó de nuevo en hombre.


Y si sangra, es que puede morir.



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